martes, 28 de enero de 2014

Punto y final

 
Es curioso cómo pueden torcerse las cosas, y cómo una frase puede destrozarte por dentro. Pensar que todo va bien, que no hay nada de lo que preocuparse, y de repente ver que todo se derrumba. Quedarte en casa muriéndote de asco, ver que todos los demás tienen una forma de evadirse menos tú, que solo te quedas en casa llorando ante un espejo, arrepintiéndote de todo lo que has hecho en los últimos meses, días, horas o minutos, tragándote todo para no causar sufrimiento a nadie porque no crees tener el derecho a fastidiarle la vida a los demás, menos a los que más te importan. Querría dormir para no despertar, soñar que nada ha pasado -o un futuro paralelo, donde todo está bien -, y desear no despertarte nunca para afrontar la realidad. 


Es difícil aceptar que se tiene miedo, puedes aceptarlo en tu interior pero también tienes que decírselo a los demás, pues el primer paso es aceptarlo, el segundo comunicarlo para que se pueda solucionar. No saber exactamente por qué ha ocurrido, es lo que más preocupa y más temor produce; ¿cómo puedes solucionar algo si no sabes la causa de ello? Solo siente impotencia, pensar que la culpa es solo tuya, y torturarte con ello. Que se quiten las ganas de seguir, porque simplemente no quieres hacer sufrir a los demás, porque no te ves que merezcas la pena para pasar por todo esto. 

Todo el mundo se equivoca. Esa frase siempre se dice, pero cuando de verdad metes la pata, hasta el fondo, todo el mundo se echa encima de ti, no pensando en tu situación, sino únicamente con la premisa de machacarte y no dejarte en paz, juzgándote y no poniéndose en tu lugar. Pero la empatía es demasiado pedir para el resto del mundo, así que es algo que no vas a recibir. Es mejor atormentarte, pensar lo que van a decir los demás, y no permitirte ningún fallo, aunque te repitas una y otra vez que eres humano y que lo propio de ellos es cometer errores, y que de ellos se aprende. Sin embargo, de los errores se puede aprender, aunque también provocan que te sigan toda la vida. Por mucho que te digas esa frase, si no entra en tu cabeza, no entra en tu cabeza, por lo que es inútil. Y menos cuando sabes que los demás se van a encargar de ello.

Dar vueltas y vueltas al mismo asunto, sin llegar a una conclusión clara o, al menos, no llegas a una buena conclusión, temiendo que eso pueda ocurrir de verdad. Las situaciones difíciles hacen que uno sea más fuerte, pero lo que tienes que pagar por ello también es elevado. Tener que estar un tiempo deprimido, sin saber bien qué hacer o cómo actuar, y sobre todo, no saber lo que va a pasar en el futuro. Si de verdad quieres algo, déjalo libre, es lo que me repito una y otra vez en estos casos. ¿De verdad merece la pena, al menos por la parte contraria? Las dudas se agolpan en la mente, algunas ni se plantean, pero llegas a un punto de obsesión tal que hasta te planteas lo que hasta en ese momento lo tenías perfectamente claro. Hay un sol radiante en el cielo, pero no ves nada hermoso en él, no puedes ver nada a través de las lágrimas que se deslizan por tus mejillas y nublan tu visión.
Y puede que el hecho en sí no te moleste, sino las causas del mismo, siempre con una frase que da golpecitos en tu cabeza, que no te deja en paz, que te acosa en todas partes, hasta en tus sueños: ¿por qué? Y, lo peor de todo, no tener la respuesta. Hay  mcuhas cosas que duelen, pero una de las que más es que la persona que más quieres en este mundo te diga "no lo tengo claro", o "solo te veo como amigo", esas son las frases que más duelen, y las que más temes, peor aún que pensar que en cualquier momento puede aparecer una tercera persona en tu relación. No sabes cuando va a pasar, y esa incertidumbre, si te obsesionas con ello, es una tortura. Y suele aflorar en estos momentos. 
Piensas que no merece la pena tanto dolor, aunque sea en momentos muy concretos, y a cambio de una temporada de felicidad absoluta. Y eso ocurre porque uno no se da cuenta del aprecio que tiene de los demás. Es necesario tener en mente eso, porque tus decisiones pueden afectar al resto más de lo que tú puedes imaginarte. Que tu amigo o pareja esté triste, te afecta más de lo que se puede uno imaginar; estar contento también tiene sus repercusiones en los demás; y así en un sinfín de cosas más. Es lo que tiene arriesgarse a tener relaciones humanas, tanto en calidad de amistad como de relaciones de pareja... lo único que hay que saber es sopesar si merece la pena o no, si convertirlo en un punto de inflexión y reflexión o simplemente dejarlo pasar; si considerarlo un punto aparte o un punto y final.

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