Al principio de todo, todo existía,
pero no en la forma que nosotros entendemos: las plantas, los ríos, la vida en
sí misma estaba concentrada en energía, dispersa por la inmensidad del Vacío.
Todo existía, pues ahí se encontraba la energía necesaria para ello, pero no
tenía forma corpórea. Así pasó el Vacío miles de años, en una nebulosa oscura
que parecía querer nacer… pero necesitaba el impulso para ello. No se sabe
cómo, ni por qué o cuándo, pero en un momento determinado se produjo una enorme
explosión, se considera que se formó un fogonazo deslumbrante que inundó todo
el Vacío, un estruendo que llegó a cada extremo del mismo. La energía comenzó a
vibrar con insistencia, temblando ante lo que se acababa de producir, y el
primer pensamiento apareció en la Creación.
Podía escuchar su pensamiento, y el
silencio que lo rodeaba. No podía ver, solo podía sentir lo que pasaba por su cabeza, como
un eco lejano que rebotaba en una caverna profunda. Era pura energía, pero a
diferencia de lo que le rodeaba tenía consciencia de sí mismo, podía pensar.
Poco tiempo después, tras el entumecimiento producido por el nacimiento,
comenzó a centrarse y percibir en qué lugar se encontraba. Sentía que había
energía a su alrededor, exactamente igual que él, y los consideró como sus
iguales, como si estuviera rodeado de silenciosos compañeros.
“Hola, ¿sabéis dónde estamos?”
“¿Hola?” “¿Por qué no me contestáis?”
Su única respuesta fue el silencio,
y aquel Ser sintió en su interior los primeros sentimientos que nació en la
Creación: la soledad y la tristeza. Se había dado cuenta de que a aquellos que
consideraba iguales, sus compañeros, no eran más que energía sin vida ni
consciencia, muy diferentes a lo que él mismo era. Notaba que él no era más que
un montón de energía unida por una fuerza extraña, una especie de silueta que
vagaba consciente en el Vacío.
“¿Qué crueldad es está? Aparecer de
la Nada y estar vagando en ella, sin nadie ni nada más con lo que poder superar
esta soledad. ¡Ojalá nunca hubiera nacido!”
No podía llorar, porque no tenía
ojos, pero esa tristeza cada vez le embargaba más, hasta tal punto que habría
deseado tener algo con lo que producir sonido, para dejar escapar su dolor y
desahogarse. Quería desaparecer, no merecía estar en esa situación, él no lo
había pedido. Siguió vagando en aquel Vacío, en silencio, en comunión con lo
que le rodeaba, esperando un final más o menos digno al menos. Buscaba
sencillamente la muerte.
Pero las cosas empezaron a cambiar.
Sintió que una especie de sopor, como si su propio Ser quedara en una especie
de hibernación, y se dejó llevar por ese sentimiento. No sabía por qué ni cómo,
pero ya que no había conseguido respuestas para nada de lo que había pasado, no
quiso plantearse nada. No supo cuánto tiempo pasó, solo que después de
despertar de ese sopor, las cosas eran muy distintas. La energía a su alrededor
seguía estando allí, pero su mente tenía una idea muy clara: tenía que crear
vida. Pero, ¿cómo podría realizar tamaña empresa? Ni siquiera sabía cómo había
nacido él, era muy difícil hacer vida
a su alrededor. Pero tenía el material a su disposición, como si le estuviera
esperando.
Percibiendo atentamente lo que le
rodeaba, empezó a comprender algunas cosas: primero, que flotaba en un Vacío
inmenso; segundo, que era el único Ser cercano que tenía el poder de pensar y
tener conciencia de uno mismo; y tercero, lo más importante, que se sentía
poderoso, como si tuviera en su mismo interior la clave para provocar la
Creación. Estaba tan atenazado por la soledad, que lo primero que realizó fue
crear vida, otro Ser con el cual poder estar y conversar. Y cómo todavía no
dominaba el proceso de Creación, decidió doblarse a sí mismo, partirse por la
mitad. De esta forma, el segundo Ser de la Creación nació, exactamente igual al
primero.
“Hola, hermano, bienvenido al
Vacío”
“¿Hermano, Vacío? No entiendo nada…
¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Y quién eres tú?”
“Tranquilo, todo a su tiempo. Yo
estaba así hace tiempo, pero he conseguido serenarme y percibir la realidad que
me rodea con claridad. Somos dos Seres de una misma energía, yo te he creado a partir de mi propio cuerpo. Ahora somos dos en esta
inmensidad que he querido llamar Vacío, porque no hay nada excepto la potencia
de todo lo que puede nacer… Y nosotros, que nos hemos desligado de lo demás
para ser algo superior. Está en nuestras manos ser los creadores”.
“¿Crees que tenemos el poder
necesario para hacer eso que planteas?”
“Por supuesto, Hermano, eso y
muchísimas cosas más. Vamos, debemos ponernos cuanto antes…”
“Suena muy bien eso que cuentas, Hermano,
pues a partir de ahora decidiremos llamarnos así. Pero no me siento cómodo con
esta… forma, si se puede denominar de esa manera. No puedo ver lo que me rodea,
ni tampoco siento tener un cuerpo definido.
Parecemos… incompletos, imperfectos”.
“¿Y qué propones, poder de mi
poder?”
“Que antes de crear, deberíamos
completarnos a nosotros mismos. Y hacer lo demás a nuestra imagen y semejanza”.
Y dicho esto, sin pedir permiso a su Hermano, comenzó a reunir fuerza en su cuerpo, a delimitar una imagen en su
mente, e intentar adoptar esa forma que se creaba en su pensamiento. Era pura
energía, con voluntad y conciencia, por lo que al no tener forma definida podía
ser todo lo que quisiera, cambiar de forma simplemente por ser la esencia de
todo lo que era, es y será en la Creación. La transformación no fue placentera, es más, sintió cómo una especie
de calambrazo recorrió todo su Ser. Su hubiera tenido voz, hubiera gritado,
pero su Hermano sentía el dolor que le embargaba. Intentó detenerlo, pero la transformación ya se estaba llevando a
cabo, y no podía detenerse.
Y lo que percibió fue algo
sorprendente, novedoso… y que a la vez le asustaba, porque hasta tal punto
podían llegar sus poderes. Eso, y mucho más. Cuando todo terminó, aquel que se
había transformado dijo las primeras palabras audibles de la Creación:
- - No está nada mal lo que he conseguido. Estoy más que
satisfecho.
“¿Se puede saber qué eres ahora?”
- -
No sé, pero es mucho más cómodo y práctico que ser
una simple nube de energía. Vamos Hermano, transfórmate también. Es mucho
mejor.
“No me convence”
- -
¿Por qué no? Yo puedo ver, puedo hablar, no tengo
que leer la mente o utilizarla para comunicarme. Puedo coger cosas, caminar en
vez de flotar… ¿qué desventaja puedes percibir?
“Nosotros somos los primeros Seres,
Hermano, y por ello debemos ser diferentes a los demás. Esa es… sería la marca
que nos distinguiría de todo y todos, pero percibo que tú no estás de acuerdo
con eso”.
- -
No es mi intención ser diferente a los demás,
Hermano, porque nuestra fuerza ya es distinción suficiente de esa energía que
flota vagando en el Vacío. Somos inteligentes, poderosos, haremos todo lo que
queramos.
“Esa energía tiene en sí misma el
mismo poder que tenemos nosotros, pero todavía no ha despertado. No somos tan
diferentes como los demás”.
- - Pues es tan sencillo como reprimir esa energía común
para que no se conviertan en Seres similares a nosotros. Seremos los únicos
Creadores, a los que venerarán y adorarán como tales.
“¿Ansías vida que te adore? Erras
en ese punto. No debemos imponernos al resto, solo crear y observar lo que debe
ocurrir. No sé lo que a mí me creó, causa del Destino o de un Ente muy superior
a nosotros en fuerza e inteligencia, pero se mantiene al margen y nos deja
obrar con libertad. De esa forma tendremos que actuar nosotros con lo que
creemos”.
- - ¿No te complacería que tus hijos, pues en eso se convertirán, te consideren como un Dios?
“No”.
- -
Eres raro, Hermano. Si hubiera más Seres como
nosotros, pensarían como yo y no como tú.
“Por eso deberemos inculcar la
rectitud y la humildad en la Creación. Para que de esa forma no desemboque a
mayores males. Y aunque no tenga que ver exactamente con el tema, déjame
advertirte una cosa, “Hermano”: yo soy tu creador, tú no eres más que un doble
de mi Ser, el segundo, y deberás
hacer todo lo que yo ordene. Y cuando digo todo, quiero decir TODO. Espero que
lo entiendas y aceptes.
- -
No contradeciré nada de lo que digas, Hermano, pues
eres el Primer Ser de la Creación, y no hay nadie más poderoso que tú.
“Espero que lo recuerdes y nunca
tenga que…”
Pero sus pensamientos se
interrumpieron por un golpe sordo, gigantesco, que sepultó su voz en la mente
de su Hermano, como un eco lejano ahogado por otro sonido mucho más potente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario