lunes, 23 de diciembre de 2013

Mi Arcadia


La soledad me embarga, me llena, y me ahogo... todo gira a mi alrededor, un torbellino de sentimientos golpea mi cabeza, como una muchedumbre furiosa deseando entrar en la casa de aquel al que consideran la fuente de todas sus desgracias; la oscuridad me rodea, como un silencioso ente que con sus garras afiladas y negras como la noche más cerrada van cerrándose sobre mí para provocar mi asfixia, garras que me van cercando para evitar que me mueva, garras que destellan el sentimiento más profundo de tristeza y de desesperación, garras que... son el símbolo de la misma muerte.

Ven conmigo, déjate llevar 
Mi mente se encuentra muy lejos de allí, en un lugar mejor, en mi propia Arcadia. Ríos de aguas cristalinas fluyen sobre una superficie de un verde tan puro, que hasta hace daño a los ojos de cualquiera. El sol se alza en los cielos, brillante y omnipotente, majestuoso y agradable, repartiendo su bendición en forma de luz y calor a todo ser vivo que haya sobre la superficie. Árboles diseminados por esa pradera de ensueño, algunos frutales, otros solo ornamentales, y entre ellos siempre me gusta dirigirme hacia el único sauce llorón que se encuentra en mi Paraíso. Me siento en su base, sus ramas suaves me acarician, por la brisa o porque el propio árbol quiera mostrarme su aprecio con una caricia llena de sinceridad; mis párpados se cierran a causa de una canción de cuna que solo mi mente, en lo más profundo de ella, puede escuchar. Una canción que se almacenó en mi mente, un sonido agradable que me hace sentir... bien, contenta, tranquila, que me provoca una sonrisa en el rostro.

Momentos de felicidad que permanecen en mi mente, dispersados por los fantasmas de las desgracias venideras

No hay seres humanos en mi Cielo, no porque ellos son la causa de las desgracias del mundo. Es el Mundo de la Tranquilidad, de Mi Tranquilidad, y nadie puede violarla. Solo se pueden encontrar algunos animales, seres que no se dejan llevar por sentimientos como el rencor, el odio o la búsqueda del mal en otro igual a él, inteligentes y simples a la vez, con la filosofía de vivir y dejar vivir a aquellos que no les molestan. Ojalá el ser humano fuera así... pero al darnos el don de una inteligencia aguda, tenemos la maldición de desear y crear el Mal a los demás, sacando los convencionalismos religiosos que todas las civilizaciones, a lo largo de la Historia, poseen. Pero no estoy en mi lugar idílico para pensar en el ser humano. Pájaros que trinan alegre y despreocupadamente, animales del campo que corren de un sitio para otro, considerando mi presencia como algo ya familiar, atareados en sus pequeñas tareas de supervivencia. Si el mundo fuera así en verdad...

Pero una voz te susurra que eso nunca podrá llegar a pasar, que solo los ilusos lo piensan en verdad

Entonces a veces ocurre algo que cuando empieza no puede detenerse. Los árboles, que rezuman vitalidad, empiezan a empalidecerse, a pasar de un verde radiante a un marrón caduco y marchito, sus ramas retorciéndose de dolor y mi corazón encogiéndose como si lo sufriera también, mis ojos empapados en lágrimas de un pathos que pocas personas podrían experimentar. Sus troncos se encogen, como si una fuerza los llevara al suelo, como si algo los aprisionara y les impidiera alzarse al firmamento, al igual que los déspotas y tiranos obligan a arrodillarse ante ellos hasta a los más osados y valientes de lo que consiguieron por sangre y hierro. El manto de hierba experimenta la misma transformación, se encorva como un hombre que ha llegado a la senectud, se vuelve negruzco, podrido, ha exhalado su último aliento, y es tan frágil que tocarlo supone destruir su figura, es una carcasa vacía, un fruto sin la semilla potenciadora de vida en su interior.

Todo viene, todo se va, la Creación va encaminada a un futuro de oscuridad

El agua se evapora, magia negra y prohibida, y se puede apreciar el lecho del río. Los peces que surcaban sus aguas saltan luchando por respirar, usando sus últimas fuerzas en resistirse al abrazo frío y cruel de la Muerte, que a todo y todos llega, el hombre de la guadaña que sega las vidas, la mujer despiadada que corta el hilo de nuestras existencias... muchos mortales han querido ponerle cara a la Muerte, pues personificarla hasta llega a endulzarla, pero no puedes evitar el Destino, ni tampoco que ella, él o ello te persiga hasta hacerte descender o ascender a los Cielos en el momento de tu hora. La vida humana es efímera, corta, un suspiro de los Inmortales que, en sus tronos de oro, plata y marfil nos observan con mirada burlona e inquisitiva, compasiva e impredecible. Somos meros juguetes en las manos de estas fuerzas todopoderosas, e incluso esas mismas fuerzas se encuentran atadas por el Destino. La Muerte no es buena ni mala, es la juez más imparcial que existe en el mundo, pues no distingue de los ricos o los pobres, de los famosos que de los desconocidos, de los muertos con honor en la espalda de los cobardes heridos de muerte en la espalda en su desesperada huida. 

La Muerte es eterna, la Muerte es imparable, una sombra que jamás se aleja de nosotros, acechando en las sombras para aparecer en el momento oportuno

Los cielos se oscurecen, la claridad del Sol, astro rey, se esfuma del firmamento. Reina la Oscuridad, impenetrable y tupida, como si un tapiz de color negro hubiera caido sobre este Paraíso onírico. El aire se enrarece, se vuelve pesado, y dificulta la respiración, que se vuelve rápida y nerviosa. No hay estrellas, no hay Luna, no hay Sol, no hay nada; es una noche sin luces, una noche sin esperanza, donde la Oscuridad se sienta en su trono de plata y reina fríamente sobre el mundo. Mi Paraíso se desmorona, un castillo que se derrumba ante el embate de un dragón, de un reino que se desmorona por el mal gobierno de su rey, de un castillo de naipes que cae a causa de una ráfaga de aire o por la mano de su mismo creador. El Caos siempre se encuentra agazapado, esperando el momento para atacar todo lo de la Creación, mezclarlo todo y sembrar el desconcierto en los corazones humanos. 

La Luz da paso a la Oscuridad, la tristeza se antepone a la alegría, y una cortina oscura cae sobre tus ojos y corazón

Pero esa Oscuridad que acecha el corazón, esa Oscuridad que conquista mi Paraíso particular, pierde fuerza cuando mi mente se inunda con buenos recuerdos, con preciados pensamientos que se encuentran relegados por la desesperación y la impotencia, luchan por prevalecer y devolver al Sol lo que es suyo por derecho. Es una guerra eterna, una tensión que nunca desaparece, un campo de batalla en la que solo hay vencedores y vencidos. Un delicado equilibrio que en cualquier momento puede romperse, por uno mismo o por fuerzas ajenas, pero que debe ser restaurado, pues su caída acaba produciendo la ruina de uno mismo. Mis propios caballeros de blanca armadura, armados solo y exclusivamente con mis buenos recuerdos son capaces de encerrar en lo más profundo de mi mente a la reina oscura y su cruel dominio, consigo liberarme de sus ataduras para sentirme libre, como un pájaro que despliega sus alas y alza el vuelo, elegante y orgulloso, para sentir el viento sobre su cuerpo y que nada ni nadie va a poder volver a encerrarlo. 

Vuela, espíritu, vuela libre sin ataduras ni cadenas. Sé feliz y que nada te detenga.

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